Anoche acabé de leer Las voces del desierto, de Marlo Morgan, e independientemente de la polémica que generó el libro, casi desconocido en Australia, me queda un mensaje: tenemos dos vidas; la que nos sirve para aprender y la que vivimos según ese aprendizaje.
Yo he venido a Perth para aprender. Estudiar inglés es el motivo principal, pero seguro que no el único. Algo me decía que debía vivir en esta tierra lejana, no sé si habré tenido experiencias pasadas aquí, o es que el destino me empuja a conectar con alguna persona necesaria para mi evolución.
Nos pasamos el día escogiendo, tomamos decisiones a cada momento. Algunas son menores y parecen que no influyen; otras, en cambio, suponen un cambio inmediato y ostensiblemente evidente. Todas son importantes, aunque algunas cuestan más. Ir a vivir, durante unos meses, a casi 15.000 kilómetros de tu hogar debe tener algún porqué.
El único modo de superar una prueba es afrontarla, pero ¿era necesario someterse a ella voluntariamente? Seguro que sí y algún día encontraré la respuesta. Espero honrar con dignidad esta vida, con la que estoy aprendiendo en estos momentos, y disfrutar de ella en la segunda, la que surja a partir de mi regreso.