Hoy he tenido una cita a ciegas, ¿lo buscaba yo o él me encontró? Se arrojó ante mí, salió de su escondite sin pensarlo, y me he enamorado perdidamente. Me pregunto cómo he podido vivir hasta ahora sin conocerlo. La vida es pura magia.
Pero empecemos por el principio. Sábado 16 de julio, día que celebramos aquellas que nos llamamos Carmen, fecha señalada en mi familia. “Tú eres Carmen IV”, me repetía cada año mi madre; tras mi tatarabuela Reyes, cuatro mujeres con el mismo apelativo dimos vida a las ramas del árbol genealógico de mi abuela materna. Porque, no nos engañemos, la que dirigía la batuta de la familia era ella, Carmen Valderrama Blanco.
Para honrar la memoria de todas esas mujeres valientes que me precedieron, decidí homenajearlas visitando en Bullsbrook un lugar de peregrinación muy venerado desde 1987, Shrine of Virgin of the Revelation, Mother of the Church (Santuario de la Virgen de la Revelación, Madre de la Iglesia), hermanado con el del mismo nombre en la gruta de Tre Fontane, en Roma. Me lo había recomendado una compañera de clase y como me gusta seguir las señales, allí que me planté, tras un largo viaje en tren y una espera de tres horas para tomar el autobús que me llevaría al lugar escogido para celebrar nuestro día.
En Australia las distancias son un inconveniente si no tienes coche. Hay que planificar muy bien el viaje porque todo está muy lejos. Así que ya he aprendido algo más, tras una auténtica odisea para llegar. Finalmente solo estuve unos minutos y, aunque no me dio tiempo a disfrutar demasiado, tengo que reconocer que el lugar tiene un encanto especial, se respira mucha paz en aquel paisaje magnífico. Lo importante es que aún puedo seguir confiando en la bondad del ser humano: gracias a tres conductores (todos asiáticos, muy parecidos a mis ojos, incluso no sé si el segundo y el tercero eran la misma persona), he llegado a mi destino y, lo más importante, he vuelto de aquel lugar lejano y, según cuentan los fieles, milagroso. He tenido suerte hoy, podría haberse complicado el regreso porque solo había un autobús y si me llego a despistar hubiera pasado un mal rato; afortunadamente, el conductor me estaba esperando y lo he agradecido con todo mi corazón. El buen hombre debió pensar que yo era una excéntrica turista y le habré dado pena. Bien está lo que bien acaba.
Aunque hoy no solo tenía una cita con la Virgen, con mis recuerdos, con mis queridas mujeres. Ha sido un día de fiesta, con tiempo para la reflexión y momentos de melancolía, de soledad, de extrañar a los míos, pero sobre todo de amor, de sorpresa y alegría. Deseaba con toda mi alma que sucediese algo inesperado, que un rayo de luz inundara mi alma, que me reconfortase el espíritu: ¿quizá una historia romántica a la vuelta de la esquina? Podía ser, y lo fue, amor a primera vista. Pasaba por una cabina telefónica convertida en biblioteca de calle, donde se intercambian libros, tomas uno, dejas otro. Un trueque como la vida misma.
De pronto lo vi, allí estaba él, esperándome. Mi corazón saltó al verlo, todo apuntaba a que me iba a enamorar en cuestión de segundos. La vida es extraña, ha sido algo muy rápido, una mirada, un cálido abrazo que me ha acogido sin esperarlo, que me ha envuelto desde el primer momento y me ha hecho perder la cabeza. Mi amor, deseo con todo mi corazón que tengamos un romance feliz y duradero, no quiero que esta bonita historia sea efímera.
Nuestro comienzo ha sido auténtico, prometedor, y tiene todos los ingredientes para atraparme hasta el final de nuestros días: el título, la portada, los colores tenues en una mañana de invierno, la reseña. The Little Paris Bookshop, by Nina George, tus primeras páginas me han vuelto loca: libros que hablan de libros, en París, con un farmacéutico literario recorriendo el Sena en su barco librería y recomendando historias a los lectores, dejándose llevar por su intuición, para ayudarles a sanar sus heridas… ¡Por favor! Es mágico. ¿Será mi destino?