Un tobogán de emociones, una montaña rusa, un ‘quiero pero no puedo’. La aceptación llega tras un profundo trabajo personal. No debemos tener creencias limitantes, hay métodos para desbloquear la mente, pero es de una valentía encomiable admitir que, a veces, no vamos a alcanzar todo lo que deseamos. ¿Actitud negativa, falta de voluntad, pereza? ¿O simplemente reconocimiento de las propias aptitudes y capacidades? Tal vez le podamos llamar humildad.
Y dicho todo esto, hay que seguir empeñados en el intento y confiados en que vamos a lograr lo que nos propongamos. Quizá no debamos enfocarnos tanto en el resultado sino en disfrutar del camino. Quizá solo sea cuestión de soltar, de fluir con la vida, de no asfixiarnos con excesivas obligaciones y responsabilidades. Quizá se trate, simplemente, de no exigirnos tanto. Troceando nuestros objetivos en otros más pequeños podremos obtener resultados parciales que nos irán animando para, probablemente, alcanzar la meta que nos habíamos propuesto o, en todo caso, acercarnos mucho a ese ideal. Si apuntas a la luna y fallas, al menos volarás entre las estrellas.