No delegues en nadie tu propia sanación. Eres tú el único responsable de luchar para alcanzar tu paz interior. Eres tú el único capaz de transformar las circunstancias que te rodean y hacer de tu mundo un lugar más saludable donde vivir.
Porque lo mejor que puedes hacer para ayudar al mundo es empezar por ti mismo. Si te salvas tú, salvarás al mundo. Y si todos pensáramos así, sin importar nuestra creencia, raza o religión, esta vida que conocemos, y que a veces no respetamos, sería un lugar mejor, en el que viviríamos en armonía y que se convertiría en nuestro legado más preciado para las generaciones futuras.